martes, 15 de octubre de 2013

¡Se Viene un Tierrero!

Las tormentas de arena son un fenómeno natural propio de las zonas áridas ocasionado por el encuentro de altas temperaturas con corrientes de aire frío.

Tierreros y Aguaceros 
Una tormenta de arena sería la contraparte de nuestros aguaceros o vendavales en Colombia.

Para un colombiano viviendo en el Medio Oriente, el primer ajuste que le  toca hacer es el lingüístico anunciando la aparición del fenómeno con un: ¡Se viene un tierrero mi llave!- en vez de un aguacero-

Cuando se viene el tierrero, instintivamente lo primero que se protege es la cara-ojos, nariz y boca- con manos o brazos y  por muy  dantescas que se vean las gigantescas columnas de arena, no interrumpen la rutina diaria de la gente, ni mucho menos las lleva a atrincherarse en sus casas.


Por otro lado, el aguacero obliga a abrir un paraguas o llevarse un periódico (o cualquier cosa parecida) a la cabeza y la actividad callejera baja su intensidad.

Los aguaceros favorecen encuentros fortuitos con personas y por ende la socialización: muchas buenas amistades y noviazgos se han dado en Colombia cuando se viene el agua y la gente se refugia en una tienda de barrio o en un estrecho paradero de bus viendo pasar la lluvia con sus  arroyos, granizadas y demás, experiencia que puede durar largas horas de espera: el escenario perfecto para la charla y la comunicación.


Los areneros en el Medio Oriente  están lejos de propiciar estas pequeñas cofradías invernales, ya que la arena te obliga a meterte en el refugio más inmediato que tengas a la mano como puede ser un carro o la inmensidad de un centro comercial: no hay "espacio" para relaciones interpersonales ni una buena y extensa conversación.

Los aguaceros dan lugar a vertiginosos arroyos con intimidantes corrientes. Por otro lado, los areneros producen en las calles inofensivos hilillos  de arena que se mueven  desordenadamente  por la acción del fuerte viento.

Si el aguacero lo sorprende a uno en el campo, siempre habrá un árbol o una casucha para refugiarse. Y en la ausencia del refugio, la lluvia no le hace mal a nadie, aunque ¡ojo con los rayos!En el caso de los tierreros a desierto abierto, la vaina si esta como complicada porque ¿Dónde se mete uno?


Para los niños los aguaceros son motivo de fiesta y diversión y la experiencia de  jugar en la lluvia es única e inolvidable:nada como disfrutar un buen partido fútbol junto al fragor del agua que cae; o  saltar charcos y arroyos jugando a la lleva ; o ponerse bajo los fuertes chorros que caen de canaletas; o deslizarse sobre escaleras de innumerables peldaños.

En el  tiempo que he estado en el Medio Oriente, no le he encontrado el lado lúdico a un tierrero: no he visto al primer pelao jugar a algo mientras la arena cae. Si viniera con algo de agua, del barro algo se podrían inventar los infantes árabes.

Para la economía informal, los tierreros reactivan el negocio de lavado de carros: no solo del petróleo puede vivir el hombre del Medio Oriente.Contrariamente, los aguaceros contribuyen a una limitada cabida de este negocio,porque,claro, hacen el trabajo gratis.


Las tormentas de arena  son un fenómeno extraordinario y de paso un escenario apetecido por el cine de acción y ficción.Escenas con tormentas de arena se pueden ver en películas como La Momia (Brendan Fraser) o Misión Imposible 4 (Tom Cruise).

En resumidas cuentas, los aguaceros ofrecen oportunidades de algún tipo de ganancia social o lúdica. Los tierreros - por otro lado- poco invitan a la socialización. Son otro tipo de vivencia urbana.

Las tormentas de arena se ven intimidantes, pero a la vez atractivas. Son una asombrosa manifestación de la naturaleza, más de película que de invitación a la asociación y a la comunicación entre personas.

Marcelino Torrecilla N (matorrecc@gmail.com)

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TIEMPO.COM 

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