viernes, 25 de diciembre de 2015

Navidad y Año Nuevo en los Emiratos Árabes Unidos



Misa de Navidad multiétnica en la iglesia Mar Thoma, Abu Dhabi
 La Navidad en los Emiratos Árabes Unidos tiene una presencia vivaz y colorida promovida por las diversas comunidades cristianas que por muchos años han acompañado el crecimiento y desarrollo de este emergente y hospitalario país petrolero en el Golfo Arábigo. Amerita resaltar que, a pesar de ser un país islámico, los Emiratos Árabes Unidos permiten la libertad de culto y hacen sentir al extranjero casi como en casa.



Árbol contiguo al Burj Al Arab
Lo anterior incluye a la Navidad y todas las actividades que se mueven alrededor de la misma. Esto se ve reflejado, por ejemplo, en los centros comerciales donde se puede adquirir toda la parafernalia navideña, como pesebres, árboles de Navidad, y la decoración alusiva a esta tradición cristiana.


La navidad colombiana

Los colombianos que vivimos aquí creamos el ambiente y la atmósfera navideña –tan única y especial-  decorando nuestras casas con el tradicional árbol, las luces y el pesebre, todo en un marco de colores afines a la entrañable festividad, que se hace presente en los diferentes rincones de nuestros hogares.
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El árbol de la embajada colombiana en Abu Dhabi
Niños colombianos disfrutando el ambiente de fiesta
Niños disfrutando el ambiente de fiesta 

No puede faltar, como era de esperarse, la tradicional novena al niño Jesús que se hace en diferentes casas, acompañada por los acostumbrados e inolvidables villancicos avivados por las alegres maracas y panderetas. Ya que la novena es una tradición netamente colombiana, aprovechamos y la damos a conocer, invitando a amigos de otras nacionalidades a participar de la misma.
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Novena presidida por el embajador colombiano Faihan Al-Fayez Chaljub 
Los colombianos rematamos esta gran fiesta con la cena navideña, enmarcada por los innumerables y tradicionales platos que incluyen el pavo, las hallacas, los pasteles o tamales, el pernil, la natilla y los buñuelos.
natilla infaltable
Buñuelos y natilla: los infaltables



Deslumbrante feliz año nuevo

Con el arribo de un nuevo año, las luces se convierten en el principal protagonista en los Emiratos Árabes Unidos, y es Dubái la ciudad donde hay que estar para contemplarlas.
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Burj Khalifa: Fiesta de luces del 31 de diciembre
El despliegue de fuegos artificiales más deslumbrante y notorio tiene lugar en el edificio Burj Khalifa -el más alto del mundo- con sus 163 pisos despidiendo un espectacular universo de luces y pequeños soles, que elegantemente se desintegran ante las atónitas miradas de los miles de espectadores. No en vano, a este majestuoso evento se le considera uno de los más vistos y presenciados en el mundo.

https://youtu.be/Eze5ligmmjs (ver video aquí)

Una fiesta sin par

Pasar Navidad y año nuevo en Colombia no tiene igual, es una experiencia irremplazable e inigualable. Los que nos encontramos en el exterior mitigamos la añoranza y melancolía navideña, creando un ambiente similar que no deja de ser una aproximación; sólo faltan todos los familiares y amigos: ¡nada más!

Mientras tanto, los colombianos en los Emiratos Árabes nos entretenemos viendo las luces y los destellos de los ineludibles fuegos artificiales.

A todos los lectores de tantas partes del mundo que este año se tomaron el trabajo y el tiempo de seguir a Un colombiano en Emiratos Árabes Unidos, les envío mi más profundo agradecimiento, respeto e inmensos deseos  que tengan todos una feliz Navidad y un venturoso 2016.



¡ Gracias !     ¡ Shukran !
Marcelino Torrecilla N (matorrecc@gmail.com)
Abu Dhabi, diciembre de 2015
Fotos
Burj Khalifa: Fiesta de luces: 4hotos.con
Niños disfrutando y embajador colombiano: Correo del Golfo
Buñuelos y natilla: Infaltables: www.medellincultura.gov.co
Encuentro de estrellas: www.dubaicalendar.ae

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Esposa nueva casa nueva


Era esta la tercera vez -en dos semanas- que a Fátima se le olvidaba apagar la estufa, lo que -en esta ocasión- causó una tremenda humarada que invadió toda la casa.

Lo has hecho de nuevo– le recriminó Amira, cuya furia se le oía ventilar a través de su agitada respiración –, y creo que no tienes remedio.

Cargando su inmensa rabia, Amira subió a su habitación, dejando en los oídos de Fátima un estruendoso portazo, que le retumbó en sus oídos por unos buenos segundos. Al portazo le siguió en forma automática un vehemente grito de réplica de Fátima:  

Y DÓNDE ME DEJAS TÚ....QUE TODO LO DEJAS SALADO

Luego del intercambio de desahogos, reinó la paz- pero sólo por un momento- y un envolvente olor a comida quemada que permaneció por unos buenos días, en la inmensa villa donde vivían la dos irreconciliables jóvenes esposas.

Fátima  y Amira  son dos personajes muy particulares en el diario vivir del emirato de Sharjah (localizado  en la costa norte del Golfo Arábigo), y comparten el lazo común de ser esposas del mismo marido y vivir bajo el mismo techo, todo lo anterior perfectamente permitido a un musulmán.

El introductorio conflicto de cocina es uno de los tantos que surge en casas administradas por dos esposas en un contexto árabe-musulmán, y que ha llevado a serias confrontaciones de señoras, creando para las autoridades un verdadero reto social. Es relevante agregar que, en muchos casos, en este tipo de relación la primera esposa tiene y ejerce un estatus de poder sobre la segunda.

Solución: regálese una casa

Ante el marcado deterioro de la armonía familiar emiratí y para prevenir futuras disputas de señoras, las autoridades en Sharjah han decidido, salomónicamente, darle a la segunda esposa una casa, para así conservar sus derechos e independencia.

La curiosa historia que hoy les comparto remata diciendo que la casa será registrada a nombre de la madre y de sus hijos. En términos del caribe colombiano, las autoridades de Sharjah sacan a vivir a la señora y la instalan en una casa con todas las de la ley.







En Colombia: una imagen vale más.....

                                  Macondo: escenario de odios y pasiones


Marido multiplicado 

Aquellos ilusos alegrones que piensan que tener dos esposas debe ser algo emocionante, se equivocan en forma rotunda; o sino, oigamos a Samia Saeed, quien es una segunda esposa y ha tenido marido compartido por siete años.

Me da tanto pesar mi pobre marido– arranca diciendo la mujer de 38 años de edad, en un tono comprensivo y solidario–, pero él es un hombre que no tiene vida y anda desorientado. Entonces, digamos por ejemplo, si a mi me saca a un lugar una noche, su primera esposa quiere que él la saque la noche siguiente.

Y así sucesivamente, con el resto de requerimientos pudo perfectamente haber rematado el relato de la señora Samia. Le toca, entonces,  al marido observar en forma rigurosa, una larga lista de exigencias.

En las anteriores circunstancias, hay que volver a resaltar las palabras de la señora Samia: “él es un pobre hombre que (en verdad) no tiene vida”.

                                             Lluvia de exigencias por punta y punta


Obligaciones de otro pelambre

A las exigencias maritales debemos agregarles las económicas, ya que le toca al marido cubrir con todos los gastos de mantenimiento de la casa, aunque el agua y la luz la subsidia el gobierno, lo que alivia bastante la cascada de recibos. Pero hay gastos ineludibles -y variados-, que pueden ir desde el arreglo de una inesperada gotera hasta la sustanciosa compra de útiles escolares, para la inmensa prole.

El peor escenario para el flamante esposo se presenta cuando una de las esposas le exige que le compre una casa como la de la otra, y no la tenga en un apartamento arrendado. El gobierno de Sharjah podría, aquí, venir al rescate, pero la ayuda tampoco es que  llegue de la noche a la mañana.

El árabe y el harem

El estereotipo del árabe (musulmán) y el harem de esposas es, en tiempos modernos, mas mito que realidad. La verdad es que la costumbre de tener varias esposas no es una práctica tan común ya que un esposo debe ver y tratar por igual a todas las señoras. Esto implica una onerosa carga económica que sólo puede ser asumida por acaudalados varones.


Epílogo

Fátima, la segunda esposa, ya lleva instalada algún tiempo en su casa de primera, la cual mantiene un tenue olor a arroz quemado. No se oyen estruendosos portazos ni gritos hirientes. En esta casa sigue vivo el fuego de la armonía familiar.

Ellas podrían vivir juntas, pero no revueltas, a la vieja usanza caribeña.


Marcelino Torrecilla N ( matorrecc@gmail.com)
Abu Dhabi, diciembre de 2015





martes, 3 de noviembre de 2015

Juegos de antaño: los carritos de petróleo

Cuando el emirato de Abu Dhabi se reducía a un triste caserío, en medio de  un inmenso desierto, los niños de la época no tenían muchas opciones de juguetes. Les tocaba a sus padres, y a los mismos infantes, ingeniárselas para crear los propios.

                                                       Erase una vez Abu Dhabi

                                          Niños de Abu Dhabi: ¡ Recreo !
Fue entonces cuando nacieron los primeros carritos de petróleo, que eran hechos con latas desechadas que contenían derivados del crudo, y que eran halados a altas velocidades por niños como Ahmed Ali, quien, junto con sus amiguitos de duna, se divertían de lo lindo en incansables carreras, que en el inmenso desierto, -literalmente- no tenían fin.
 
Carritos de petróleo: la diversión arranca

Corrían los tiempos en que  la bonanza petrolera se asomaba con una pasmosa lentitud a Abu Dhabi. Para la época, en el imaginario de los niños, los carritos de petróleo se codeaban con los verdaderos carros que ya comenzaban a llegar a los Emiratos Árabes Unidos.

Volviendo a años atrás, se recuerda que uno de los primeros carros importados era un sedán y se trajo especialmente para el jeque Shakhbut bin Sultan Al Nahyan, gobernante de Abu Dhabi en esos tiempos, a quien le tocaba andar con un séquito extra de  asistentes, que lo ayudaban a desatascar el carro de las pesadas arenas del desierto. Así es: a Abu Dhabi llegaron primero los carros que las carreteras.

Cuenta el historiador emiratí, Mohammed Al Fahim, que, hasta al propio jeque se le vio mas de una vez ayudando a empujar el inmenso vehículo, con su eterno conductor, Mohammed  Al Khurashi, maniobrando la salida (Fahim,1995).
 
     Vía principal: la calle del atasco
 
                              
Andaban  mejor los carritos de petróleo de los niños y era mas divertido, especialmente cuando se hacían competencias inter dunas, que alegraban la monótona vida de la entonces soporífera villa de bahareque.

Jugando al rescate

Hoy los niños como Ahmed Ali, ahora mayores y que disfrutaron las diferentes generaciones de los carritos de petróleo, no quieren que sus juegos y juguetes pasen desapercibidos al estante de la  historia lúdica emiratí.

Otro ejemplo de esos niños, con altas calificaciones, lo encarna un gozón permanente de la vida llamado Obaid bin Sandal quien, hoy con setenta y dos años de edad, se  da a la tarea de visitar colegios en los Emiratos Árabes Unidos promoviendo la preservación de los juegos de antaño.

En realidad, nunca crecí– dice el viejo Obaid, con una mirada pícara en su rostro–, y soy el niño más viejo de los Emiratos Árabes.


    Obaid bin Sandal : jugando al rescate

                                                 
El abuelo de los juegos de antaño, como también se conoce al dicharachero Obaid, ha compilado 60 juegos para niños en un libro, que es acompañado por un sinnúmero de juguetes alojados, desde el año 2000, en su museo permanente en Sharjah, emirato ubicado a 170 kilómetros de Abu Dhabi, la ciudad capital.

Alguno de los juegos

                                                                        Puesta en escena

La muestra lúdica resalta juegos como el Al Tabba, que es parecido al hockey, en el cual se  golpea una bola de madera; el Al Zabout, que lo conforma una serie de trompos; el Al Jaheef , que es una rayuela con rectángulos en vez de cuadrados.

Caracoles de mar se usan en un juego llamado  Al Marr, en el cual los niños adivinan cuantos caracoles hay en una mano cerrada.


           Adivina adivinador
                                      
Otra forma de diversión se llama Tila y se juega con canicas o bolitas de uñita como se les conocen en el Caribe colombiano.

            El niño vuelve y juega
                                  
Otros juegos populares, especialmente entre niñas emiratíes, lo conforman el Al Laqfa en el cual las niñas se sientan en un circulo con 10 piedritas de mar, una piedra grande se lanza al aire y con la misma mano usada para tirar la piedra, se recogen piedritas antes que la piedra mayor caiga.

A la versión colombiana de este juego se le conoce como jacks. Otro juego es el Al Aarees, que reúne a niñas alrededor de ropa y accesorios para hacer muñecas y luego coronar a la más bella como la novia para el matrimonio.

Un último juego que aquí describimos es el Al Maqana – conocido en Colombia como la gallina ciega- en el cual a un niño o niña se le vendan los ojos y debe identificar a sus compañeritos en un espacio reducido.

Los juegos están también clasificados de acuerdo con la región de donde proceda el niño o la niña, por lo tanto podemos encontrar juegos del desierto, del mar y de la montaña.

Con tristeza, el maestro Obaid se da cuenta que los jóvenes de hoy no le siguen mucho el juego  muy a pesar de los beneficios que ellos podrían obtener a través de la imaginación, el ejercicio y el trabajo en grupo. Sin embargo, frente a tan descorazonador escenario, su trabajo nunca desfallece.

Los nietos  de la generación que antecedió a la bonanza petrolera en los Emiratos Árabes Unidos, llegan hoy a sus oficinas en Dubái y Abu Dhabi serpenteando modernas calles, avenidas y autopistas en lujosos Maseratis y  BMWs.

Dubái : autopista Zheikh Zayed

No tienen memoria de los carritos de petróleo (ni de los juegos de antaño) con los que, muchos años atrás, sus padres y abuelos se divertían de lo lindo en vertiginosas carreras cuando las calles eran pesados caminos de arena.


Marcelino Torrecilla N. (matorrecc@gmail.com)
Abu Dhabi (EAU) noviembre de 2015


Les pregunto a mis amables lectores cuáles eran sus juegos y juguetes favoritos cuando niños. Creen que en Colombia esta pasando lo mismo que en los Emiratos Árabes, que a los niños no les llama la atención los juegos de antes?  ¿ A qué, creen ustedes, se debe el desinterés? Quedo pendiente a sus comentarios. Muchas gracias.


Referencias

Al Fahim, M. (1995). From Rags to Riches (De los Harapos a la Opulencia). London. London Center of Arab Studies.

 También disponible en EL TIEMPO

Fotos
Mohammed Al Fahim
Niños de Abu Dhabi, la ciudad y sus inicios
Jeff Topping (Staff Photographer for The National in Abu dhabi)
El carrito de petroleo
Juegos
Obaid bin Sandal
Otras
http://heartofsharjah.ae/traditional-games-house.html (puesta en escena de los juegos)
alturatheng.net ( Autopista)

lunes, 19 de octubre de 2015

La ventana al cielo

Al mirar por el tragaluz de su baño-mientras hacia gárgaras- Lodovico quedó embelesado con lo que sus ojos veían: se trataba de una hermosa mashrabiya o ventana árabe, que miraba el frente de su casa, desde las alturas de un edificio contiguo.


Lodovico interrumpió su ruidosa terapia, y apresurado salió a la calle y miró al cielo con su mano en forma de visera, para bloquear el inclemente sol. Así se quedó, extasiado por unos buenos segundos.

Cómo pude haber ignorado esta joya todo este tiempo– exclamó.

Mashrabiya: el fondo de un tragaluz
Mashrabiya: el fondo de un tragaluz
Lodovico Berti era un ingeniero italiano que había llegado a los Emiratos Árabes Unidos en pleno auge de la bonaza petrolera. Como experto en excavaciones, su trabajo lo realizaba en exteriores, en pleno desierto, cuyo polvo -tres años después de haber llegado al Medio Oriente-  comenzaba  a afectar su  garganta con insoportables picazones.


Haga gárgaras de sal, don Lodovico – fue la única recomendación que le dio su médico, la cual siguió y le permitió -por primera vez  esa mañana- mirar hacia su (hasta se momento) ignorado tragaluz y descubrir el encanto de la mashrabiya, cuya belleza, a través de la claraboya,  aumentaba en la noche, al revelar detalles que la luz del día no permitía apreciar. De todo este grandioso despliegue artístico, el italiano quedó, ese día, prendado por el resto de su vida.

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Un tiempo después de la reveladora experiencia, el ingeniero Berti renunció a su bien remunerado trabajo en una compañía de petróleos en Abu Dhabi y se inició como artesano de mashrabiyas y puertas árabes, entusiasmado también, por su vena artística que tenía raíces en su natal Florencia.


Sin muchas aspiraciones económicas, ni responsabilidades familiares, Lodovico estaba seguro de tener la paciencia y sapiencia necesaria para salir adelante en el arte de construir elaboradas mashrabiyas.


Con el dinero de la liquidación de su trabajo, menguado por viejas deudas y gastos inesperados, inicio el ingeniero una vida casi de indigente con escasas ganancias que apenas le alcanzaban para subsistir. Con las puertas árabes le iba más o menos bien, pero construir mashrabiyas requería algo mas que talento y conocimiento.


La labor de artesanía exigía un gran fuelle físico para manejar una pesada carpintería de celosía, que incluía  maderas y metales, que sus  manos  de pianista no podían ejecutar. Un día, simplemente se rindió, pero el sueño de hacer mashrabiyas aún persistía, y se aferró a la idea de que,  si sus manos no podían hacerlas, sí podían dibujarlas.


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Un tiempo después, Lodovico Berti descubriría que no era el del artesano  el talento que él poseía, sino  el de un excelso dibujante, como después lo evidenciarían sus finos trazos de minuciosos y complejos entramados que el riguroso arte de elaborar mashrabiyas exigía.


Por todo un mes el ahora greñudo ingeniero  tuvo una vida de ermitaño encerrado en un improvisado taller en las afueras de Abu Dhabi, dando rienda suelta a lo que ahora se convertía en su mayor deleite: dibujar mashrabiyas a placer.


Del dibujo pasó, sin ninguna dificultad, al diseño y de ahí a la hechura propiamente dicha, la cual era ejecutada por artesanos profesionales a quienes él escrupulosamente escogía y comisionaba para producir las más bellas y alabadas mashrabiyas que el Golfo Arábigo haya visto. Sus diseños eran únicos e irrepetibles dado los complejísimos y elaborados patrones de sus entramados, plasmados inicialmente en un dibujo.

Ventana llena de cielos
  Las ventanas se visten de cielos

Las mashrabiyas diseñadas y producidas por Lodovico Berti poseían detalles y elementos mágicos que nadie podía reproducir. Su fama en el Medio Oriente se esparcía rápidamente, especialmente entre reyes y jeques, quienes querían  tener en sus palacios mashrabiyas con el efecto Berti. Lo anterior no se hizo esperar y después de un tiempo, la gran mayoría de palacios de la realeza del Golfo Arábigo mostraban con gran orgullo, elaboradas ventanas diseñadas por el ahora afamado y reconocido artista.


Su obra magna fue una ventana en honor a un príncipe emiratí. La historia cuenta que para esta realización, como en sus inicios, Lodovico se encerró  en su viejo taller por un mes, al final del cual, extasiado cayó en una especie de trance en frente a  su monumental y recién nacida creación: “Así debe ser la ventana al cielo”, aseguró para sí y fue este el nombre que le dio a la obra que más lo impactó en su vida.


Desafortunadamente, el lienzo con el imponente dibujo, misteriosamente desapareció del taller que no contaba con ninguna seguridad. La obra no se materializó en el momento y los marcos de las ventanas del palacio del príncipe mostraban un melancólico vacío.


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Los jeques del emirato, sin embargo, abrigaban la esperanza de dar con los ladrones que sustrajeron el valioso dibujo y llenar los tristes espacios. Hasta ese momento, La ventana al cielo sólo la había visto el propio Lodovico, su artesano de cabecera y el ladrón que la hurtó. De la obra no se supo nada más por un buen tiempo.


Después de incansables pesquisas, que duraron aproximadamente diez años, las autoridades dieron con el valioso lienzo, que había dado a parar a una tienda de antigüedades en la ciudad de Amán, capital de Jordania. La preciada imagen regresó a Abu Dhabi y se materializó en la más bella mashrabiya que palacio alguno haya lucido.  Fue un momento de regocijo y contemplación.


Los últimos años Lodovico Berti - termina esta esta leyenda contando- los pasó en su viejo taller, trabajando con la misma disciplina de siempre y con los achaques propios de su edad. Aún activo y con los pinceles en la mano, el gran artista murió una fresca y soleada mañana de un mes de Noviembre. Tenía noventa años.


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En el camino a su última morada, su cuerpo recorrió el distrito de los palacios reales en el emirato de Abu Dhabi, donde un sinnúmero de sus bellas mashrabiyas le hacía  una calle de honor. Si el destino final de Lodovico Berti era el cielo, la ventana ya la tenía bien dibujada.



Marcelino Torrecilla N. (matorrecc@gmail.com)
Abu Dhabi (EAU)  octubre de 2015
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lunes, 28 de septiembre de 2015

Cuando el café llama


Nadie en el remoto pueblo de Alshuwahad, en el desierto emiratí, ponía en tela de juicio que Musabbah Rashed Al Harb era el beduino que, en toda la región y sus alrededores, contaba con el mejor hawon o mortero para machacar café.


A decir verdad, el de Musabbah era el hawon más celebrado de la comarca. Y tenía que ser así, ya que, durante los 354* días del año y con estricta puntualidad, el ilustre hawon de bronce y de hechura única, despertaba plácidamente a todo el pueblo con su agradable tañido y con el envolvente aroma que su café emanaba, que se hacía presente en todos los rincones de la gran aldea.

El hawon: tañido con aroma de café

Desde bien temprano, cuando el reloj marcaba las 5 de la mañana, la puerta de la humilde casa del viejo Musabbah  estaba ya abierta para todo aquel que quisiera tomar una taza de su delicioso café. Era el único momento y el único lugar en el cual se podía ver juntos a gente de todos los estratos y condiciones: pobres, ricos, locales y extranjeros, todos tenían cabida a la espontánea y amable convocatoria.

Un despertar distinto

La madrugada de aquel 15 de octubre fue diferente para todos los que vivían en el pueblo de Alshuwahad, ya que eran las cinco y quince de la mañana  y el tañido del mortero de Musabbah Rashed no se dejaba oír, y el delicioso y puntual aroma a café permanecía extrañamente ausente en el ambiente.

Dieron las cinco y treinta y el llamado aún no se oía. Algo grave le debió haber pasado a Musabbah,  pensaron todos al unísono y casi que en desbandada, un buen número de lugareños corrieron a la casa del artesano a averiguar que ocurría.


A Musabbah lo encontraron en el patio de su casa sentado en un taburete cabizbajo y meditabundo.
-Las deudas me acosaban y me tocó vender mi hawon -exclamaba apenado-, y lo reemplacé por este pequeño pilón -señalando a un rincón-, que ni suena ni da aroma. -Perdóneme por favor, concluyó su lamento a manera de suplica.


Musabbah había vendido el hawon a un comerciante libanés llamado Amal Besharra  a quien todos conocían como el mercader errante del Medio Oriente y cuyo almacén principal se encontraba en Beirut, en la antigua calle Saida, a donde llegó una pequeña comitiva del pueblo de Alshuwahad, con la única misión de recuperar el atesorado hawon de bronce de Musabbah Rashed, el artesano del café.
Después de algunos preámbulos, la conversación entre la comitiva y el comerciante llegaba a un punto álgido de la negociación.


Tienen suerte caballeros– agregaba el libanés con voz esperanzadora, -no se ha vendido aún el hawon, que para serles franco, no ha sido un buen negocio para mi, porque la gente ya no los usa para hacer café y ahora los han reemplazado por máquinas, ustedes saben, cosas de la modernidad. El hawon lo estoy ahora promocionando en otra de mis tiendas como florero, a ver qué pasa, y según me cuentan ha llamado mucho la atención y  mas de uno ya le ha echado el ojo.


Había que ver las caras de disgusto de los alshuwahadenses ante semejante desfachatez y descarrilamiento cultural, pero aún así todos mantenían su compostura, ya que recuperar el hawon era lo único que importaba.


Al día siguiente la comitiva recibió la mala noticia de que el hawon  había sido vendido (muy seguramente mientras hablaban con Amal Besharra) a una joven estudiante de arte de la universidad de Beirut a quien el hawon-florero le había parecido  una pieza extrañísima y exótica, que serviría como insumo valioso para su tesis de grado que investigaba una nueva tendencia artística, que la excéntrica joven había bautizado como Artish y que sólo ella y sus colegas entendían, y la definía como arte en transición o arte que aspiraba- nunca se supo a qué ? o qué?


En lo que había terminado el malhadado hawon del viejo Musabbah: vestido de margaritas y escudriñado por una romería de greñudos estudiantes de arte, en la bulliciosa Beirut.

Hawon-florero: desfachatez cultural

A la casa de la joven estudiante, en las afueras de la capital libanesa, fue a dar la imbatible e incansable comitiva del pueblo de Alshuwahad a hacerle una jugosa oferta por el hawon, a la artista en transición, quien, acosada por deudas universitarias, no tuvo mas remedio que aceptar el atractivo ofrecimiento. El hawon entonces, después de tantas vicisitudes, regresaría a su lugar de origen.


El retorno del hawon fue celebrado en el pueblo de Alshuwahad con el esperado alborozo y la valiosa pieza culinaria fue declarada como un patrimonio cultural común, sin valor comercial y con el estatus de invendible e intransferible.


Después de casi un mes de ausencia, como era de costumbre, el delicioso aroma a café anunciado por el tañido del hawon de Musabbah Rashed, llamaba de nuevo a los lugareños  de Alshuwahad, a pobres, ricos, locales y extranjeros, a todos por igual, a tomar un humeante café. El reloj marcaba las cinco de la madrugada de un nuevo día.


Todos admitieron que luego de esta inolvidable aventura de rescate, el café había adquirido un inocultable aroma de felicidad.


Marcelino Torrecilla N (matorrecc@gmail.com)
Abu Dhabi (EAU) septiembre, 201ñ
* Un año tiene 354 días en el calendario islámico.

viernes, 11 de septiembre de 2015

¿Cómo es la vida a 50 grados centígrados?

Entre los meses de junio y agosto en el Medio Oriente se experimentan temperaturas promedio entre 45 y 50 grados centígrados, lo que obliga a cambios y ajustes en el diario vivir de millones de personas que viven en esta parte del mundo.

La ley del calor

La llamada ley del calor es una novedad, en particular, que favorece enormemente a aquellos trabajadores que les toca laborar al aire libre en inhumanas temperaturas. La ordenanza por parte del ministerio de trabajo en los Emiratos Árabes Unidos obliga a empleadores a darle a sus trabajadores un descanso entre las doce del medio día y tres de la tarde. De hecho, el gobierno emiratí ejerce permanente control para hacer que esta ley se cumpla con visitas como las hechas recientemente donde se encontró que de 10.000 verificaciones realizadas, 9.662 compañías estaban cumpliendo con la norma.

 Por la vecindad

Por linderos cercanos, tan alta era la temperatura que el gobierno de Irak, en una ocasión, ordenó un obligado periodo de cese de toda actividad por cuatro días.

La superpoblación y la falta de aires acondicionados empeoraban aún más la ya agobiante atmósfera. Se hablaba que la gente temía hacer el más mínimo movimiento muscular  y se les veía bajo la sombra de los árboles como estatuas que se movían sólo para tomar agua o espantar a algún impertinente insecto.

 Mall para todo el mundo


Para esta época –a causa del infernal calor- la actividad en los centros comerciales se reactiva en forma considerable y da la oportunidad a visitantes de acceder a servicios inusuales como una pista de nieve de 22.512 metros cuadrados de extensión ( 3 canchas de fútbol ) localizada en el Mall de los Emiratos en Dubái, capital comercial de los Emirates Árabes Unidos.

El visitante pasa entonces con una gran facilidad de las desabrochadas chancletas al los rígidos esquís, de un clima de desierto de  50 grados centígrados  a uno alpino con temperaturas de menos 3 grados. (Ver video aquí)


Existe también un pasaje peatonal – con una extensión de 820 metros de largo- techado y debidamente climatizado, que conecta a la estación Burj Khalifa del metro con el Dubái Mall, lo que constituye, prácticamente, una  “calle elevada” con aire acondicionado. En las calles, también tienen climatizados a un buen número de paraderos de buses para atender a  la población que  se moviliza entre las ciudades y sus periferias.
Paradero
Paradero de buses en Dubái

Beduinos benditos


Pero son los beduinos, los habitantes errantes del desierto, quienes podrían hablar con propiedad de lo que es un calor extremo, ya que lo han experimentado en carne propia por miles de años.

En semejantes temperaturas, y a diferencia de cualquier otro ser humano, son los beduinos los únicos que podrían sobrevivir sin tomar agua por 48 horas, ya que pueden ajustar sus cuerpos al calor infernal a través de su sudor. Una persona común y corriente escasamente resistiría la mitad de ese tiempo.

El boli: negocio con futuro
El popular boli: jugo de fruta congelado

En las ardientes temperaturas del Medio Oriente el boli colombiano como negocio tendría un futuro casi  que asegurado, por lo exótico y por lo exquisito, y creo que el de corozo y el de coco serían los de mayor acogida.

La singular delicia culinaria  se popularizaría en forma inmediata y los emiratíes muy seguramente crearían el boli de dátil, hecho con la fruta de la palmera del desierto. Los colombianos que por acá vivimos veríamos con añoranza -en español y árabe- el aviso: Hay boli  en los frentes de alguna de las casas, lo que daría lugar también a una innovación  lingüístico-gastronómica.

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Historias con calor humano
Al Muñecón: muerte por causa natural

Al Muñecón: años mozos
La historia urbana de Al Muñecón la cuenta un ciudadano colombo-árabe apellidado Manzur, cuyos abuelos entraron a Colombia por la costa caribe. Relata el señor Manzur que Al Muñecón era un maniquí de hule que hacía las veces de saco de arena y pertenecía  a un  boxeador kuwaití  de peso mediano, llamado Ahmad Fahed Bamabadh, el único  ciudadano de la región que se le dio por practicar este exótico deporte, por lo cual lo veían como el excéntrico de la comarca.


Su afición por el boxeo nació de la admiración que profesaba hacia el gran peleador norteamericano Mohamed Ali, mucho más cuando este se convirtió al islam; Ali era su ídolo por quien estaba dispuesto a dar todas las peleas.


Cuenta la leyenda que el peleador kuwaití  se preparaba para una crucial  disputa en el cuerno de África por un título internacional y que dicho evento deportivo se realizaría al aire libre a altas temperaturas, razón por la cual el entusiasta deportista se entrenaba en el patio de su casa en Kuwait, levantando a trompadas a Al Muñecón a temperaturas de 50 grados centígrados, en jornadas de tres a cinco horas.

En una ocasión, cuenta el “turco” Manzur, en un medio día de un mes de agosto, la temperatura en el Medio Oriente subió en forma inimaginable a un infernal registro  de  70 grados centígrados.

El inesperado evento climático tomó a todos por sorpresa incluyendo a Al Muñecón quien a la intemperie, en el improvisado gimnasio de patio,  quedó a la merced de la devastadora temperatura y se derritió en cuestión de segundos.

No hubo tiempo de salvar a la valiosa pieza de entrenamiento y se dice que el desafortunado imprevisto minó las fuerzas del disciplinado Ahmad.

Termina contando el “turco” Manzur que el joven boxeador perdió la pelea por decisión en una épica batalla que duró 12 asaltos y que, después del terrible revés,  Ahmad Kid Fahed desapareció del mapa boxeril de Kuwait y del resto del Golfo Arábigo. Fue para él un duro golpe y un triste final por partida doble.

El Migue árabe 

Otro relato urbano cuenta la historia de un abuelo beduino llamado Mifzal Saeed Humaid a quien, con la bonanza petrolera, sus familiares trasplantaron del desierto a una lujosa villa en la moderna ciudad.

Desde un comienzo el abuelo desaprobó dicho traslado y de todas las cosas nuevas que experimentaba, la que más detestaba era el aire acondicionado.

No cambiaba los 50  grados centígrados de su desierto, que era su ambiente natural.


El abuelo, que rara veces se enfermaba, comenzó en algún momento a sufrir de sus bronquios y la fastidiosa condición se manifestaba con una tos pertinaz que lo desvelaba y acentuaba su sufrimiento. Un día –cuenta la historia- el viejo Mifzal no lo soportó mas y caminó raudo hacia la puerta de la lujosa mansión. Lo último que se oyó de él fue un fuerte portazo con un sonoro vainazo:

–“Al carajo todos ustedes  con sus aires acondicionados”

Nunca lo volvieron a ver por la fastuosa villa y el viejo beduino regresó a su añorado desierto, de donde nunca lo debieron haber sacado.
El viejo Mifzal se parece al ermitaño colombiano Miguel Canales, el de la canción de Rafael Escalona quien pregunta con insistencia:

“¿qué le estará pasando al pobre Migue que tiene mucho tiempo que no sale? ”.


Mifzal en el desierto acariciando sus pies con las suaves arenas del desierto  y  Migue en la montaña respirando la tibia brisa que anuncia la inminente lluvia. Ambos realizando sus sueños de eternos ermitaños.


En el Medio Oriente la vida a 50 grados centígrados  transcurre con mucha efervescencia y da para todo, desde la exótica realidad de una estación de nieve en medio del desierto emiratí, hasta los golpes que la vida da a boxeadores y ermitaños, en algún otro rincón del extenso Golfo Arábigo.




Marcelino Torrecilla N (matorrecc@gmail.com)
Abu Dhabi (EAU) septiembre de 2015


Fotos
www.behance.net (casa en Colombia)
www.foodspotting.com (bolis)
Puerta de entrada  árabe (personal)
Paradero de buses (personal)


lunes, 13 de julio de 2015

Lo que el viento regresó

Muy pocos envidian a los escobitas del Medio Oriente, especialmente después que cae una interminable y pesada tormenta de arena. Los escobitas, aquellos trabajadores que limpian las calles de las ciudades, existen en todos los rincones del planeta.


La tarea de barrer  polvo del desierto es tan ardua como titánica, ya que les toca a estos incansables servidores deshacerse de toneladas y toneladas de arena que se resisten a desaparecer, en un marco de ligeros, pero rebeldes, vientos que hacen la labor doblemente indeseada.


Por otro lado, dentro de la naturaleza y dureza de su trabajo, los escobitas en esta esquina del mundo han sido también silenciosos protagonistas de inusuales acontecimientos que han marcado el diario vivir del impredecible y mágico Golfo Arábigo. Más de uno de ellos tiene una buena fábula por relatar.
Escobitas del desierto: También recolectores de fábulas
Escobitas del desierto: también recolectores de fábulas


Objetos con contenido

Muchas historias urbanas se han tejido acerca de los curiosos objetos que los escobitas han encontrado en su rutinaria tarea de limpieza, después que el rigor de los vientos ha amainado su intensidad.


Se cuenta que muchos de los objetos que la fuerza de las tormentas ha arrancado y restituido de las entrañas del desierto,  han ayudado a descifrar innumerable acertijos históricos de la cotidianidad árabe-beduina. Los objetos representan  verdaderos eslabones perdidos, que la naturaleza ha devuelto en forma repentina y espontánea.


Perdidos y encontrados


Acerca de las variadas piezas y artículos regresados, entre cachivaches y pequeños tesoros, se afirma de la aparición de un daguerrotipo,  de una antigua reina jordana, de quien no se tenía un claro registro gráfico, que ayudó a precisar su último paradero y la posible causa de su muerte.


Coloridos frascos de exóticos perfumes permitieron recuperar complejas fórmulas de fragancias y esencias persas, que se habían dado por perdidas un buen tiempo atrás.


La extraviada daga de Abdulrahman, con la cual se aseguraba habían asesinado -en el siglo 19- al jefe de una delegación portuguesa en Bahréin, esclareció definitivamente un crimen por años irresuelto.


Una tiznada cafetera de plata, de la cual se aseveraba había sido usada en la tregua de la batalla de Dibah, contribuyó a determinar las preferencias de bebidas de los bandos en contienda; y, finalmente, un objeto mas reciente fue una diminuta lámpara de Aladino, de la cual se dice terminó colgando como pieza decorativa del espejo de un taxista en el Cairo. Todos los anteriores, entre muchos otros artículos.

El de más valor


Con toda certeza, de todos los objetos restituidos por el desierto, el que más se recuerda por su valor sentimental e histórico es un antiguo estuche que contenía  una carta de amor escrita por un joven llamado Ahmed Abdullah, dirigida a su novia de nombre Fátima Ali.
Sobre el idilio, cuenta  una leyenda que los jóvenes sostenían una muy difícil relación, ya que pertenecían a tribus rivales: Ahmed a los Bani Qitab  y Fátima a los Bani  Ka’ab. El amor de la pareja era tan intenso y sincero que ya todos estaban enterados del mismo y comenzaba a influenciar inclusive a los grandes jeques de ambos clanes.

Tiempo después, el romance se convertiría en una excusa y en una oportunidad de oro para que ambas tribus depusieran milenarios odios y rencores; sin embargo, posteriores acontecimientos decidirían  algo diferente.


Entrega trágica

Siguiendo un exigente y riguroso protocolo beduino, era de trascendental importancia que los jeques de la tribu Bani Ka’ab -a la cual pertenecía Fátima-  recibieran una carta del pretendiente reafirmando su amor por la bella y mimada joven, para así dar inicio a la formalización de la espinosa relación.


Tristemente, la carta nunca llegó a su destino. Sigue contando la leyenda que tanto el cartero -llamado Khalil Sallam- como el camello que llevaban el trascendental documento fueron literalmente devorados por lo que se consideró como la peor y más devastadora tormenta de arena de todos los tiempos, en esa remota región del Golfo Arábigo.
La madre de todas las tormentas
La madre de todas las tormentas


Del noble animal y del  servidor postal nunca se supo nada más. Simplemente desaparecieron sin dejar rastro físico alguno, según consta en registros históricos que hablan de una intensa y extensa búsqueda del cartero Khalil y su fiel camello.
Khalil Sallam: el cartero del desierto
Khalil Sallam: el cartero que el desierto nunca devolvió


La no llegada de la carta a los bastiones de los Bani  Ka’ab fue tomada por estos  como una afrenta que atizó aún más su animadversión hacia los Bani Qitab.


En realidad, en la tribu de los Bani Ka’ab nunca se enteraron de la tormenta, ni del percance sufrido por el malhadado cartero beduino, ya que el siniestro sucedió a miles de kilómetros de distancia, en lo que era todavía territorio de los Bani Qitab.


La acrecentada condición de nómadas de ambas tribus los alejaba geográfica  y socialmente, circunstancia que disminuía la posibilidad de un esclarecimiento y una posible reconciliación.


La historia termina relatando que tanto Ahmed como Fátima terminaron casándose con miembros de sus respectivas tribus y que muy a pesar de todas la vicisitudes y reveses, ambos fueron felices.


Mucho tiempo después…..


El relato finaliza diciendo que, cien años después, al terminarse una intensa tormenta de arena, el antiguo estuche con la carta de amor vino a parar en una bolsa de recolección de un escobita paquistaní, al lado de una congestionada autopista  en las goteras de Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos, en la época en que  el joven país emergía económicamente por la llegada de la bonanza petrolera.
new Carta
La carta que nunca llegó
Apartes de la carta de amor
Apartes

El estuche con la carta se convirtió en una invaluable pieza de recuerdo que los dos clanes comparten  en un bello recinto llamado la Casa de la Herencia Bani, en una remota y arenosa población en la frontera entre Omán y los Emiratos Árabes Unidos.


La historia de amor de Ahmed y Fátima,  acaecida en algún punto del Macondo árabe, hace ahora parte de la memoria colectiva de los descendientes de las tribus enemistadas siglos atrás, que hoy disfrutan de paz y armonía absolutas.


Sólo lamentan que sus antepasados hayan perdido cien años de felicidad, y que la tormenta haya cubierto para siempre un sincero amor tan inmenso como las doradas arenas del gran desierto arábigo.





FIN

¿Cómo, creen los amables lectores, han cambiado las cartas de amor a través de los años?

Marcelino Torrecilla N. (matorrecc@gmail.com)
Abu Dhabi (EAU), julio de 2015


Fotos
www.pegasusbooks.net (Tormenta)
www.realadventures (Cartero)