martes, 15 de octubre de 2013

Camellos de plástico



El camello es el mejor amigo del árabe, especialmente del beduino que ha estado transitando el desierto con su inseparable e incansable compañero por siglos. 

Tristemente, los curtidos beduinos se están quedando cada día con menos de sus amigos, debido a que la población de camellos está siendo disminuida, ya que se están muriendo al comer grandes cantidades de bolsas plásticas que revolotean y abundan  en partes del inmenso desierto emiratí.
El calvario del noble animal se inicia cuando ingiere el plástico, el que se calcifica en su estómago formando rocas  de hasta 10 a 60 kilogramos de peso, que  lo llenan, imposibilitando cualquier ingesta de alimento: el leal amigo muere de hambre y en una forma dolorosa.

Cientos de camellos mueren cada año y lo que origina el problema, principalmente, son los rellenos sanitarios localizados en las afueras de las ciudades, de los cuales salen volando las bolsas plásticas llevadas por el fuerte viento a remotas áreas del desierto. 
Otro factor que contribuye al problema es el total desconocimiento del enorme daño que se causa al  dejar tirado en la arena cualquier desechable plástico o de otro material no degradable. 
Hay que agregar que  el plástico libera toxinas que  terminan en la sangre y órganos de los animales, incluyendo también otros rumiantes y mamíferos nativos de  estas   desérticas regiones. 
En  una inusual campaña de concientización acerca de esta triste realidad, la artista estadounidense, Ann Savageau ha montado una exhibición que muestra las horripilantes y  amorfas rocas como el  doloroso  resultado  de una desdicha animal y ambiental. El mensaje es claro y contundente: ¡ Reemplacemos las  bolsas plásticas !  
Si la tendencia sigue, a futuro los bellamente llamados barcos del desierto dejarían a sus marineros a la deriva, al encontrarse poblacionalmente diezmados y en un alto peligro de extinción.

Marcelino Torrecilla N (matorrecc@gmail.com) 

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