El
apropiado manejo y disposición de pies y manos son conocimientos
básicos y de vital importancia para los extranjeros que viven en
países del Medio Oriente.
En relación con el tema, los cánones en esta parte del mundo dictan que usted no debe comer o tocar alimentos con su mano izquierda, ya que ésta se usa para la higiene personal.
En relación con el tema, los cánones en esta parte del mundo dictan que usted no debe comer o tocar alimentos con su mano izquierda, ya que ésta se usa para la higiene personal.
Al no estar familiarizados con estas costumbres, los colombianos somos candidatos a romper este tipo de reglas, como le sucedió una vez a una de mis tantas paisanas que vive por estos lares.
En cierta ocasión, a mi amiga la invitaron a compartir una bandeja de picadas. Mi compatriota abordó la suculenta bandeja, una y otra vez con su mano izquierda, sobre todo por la posición en que estaba sentada. Frente a esta escena, una de las comensales musulmanas le preguntó si era zurda, observación -o más bien indirecta- que la hizo caer en la cuenta del error social y cultural en que estaba incurriendo.
Es relevante anotar que la condición de zurdo o zurda, no exime a la persona de la regla. Entonces ya sabemos que en un contexto musulmán en donde nos encontremos a manteles, no podemos estar comiendo a diestra y siniestra.
Con los pies sobre la tierra
Lo anterior tiene origen en el hecho de que, antiguamente, los beduinos caminaban descalzos por el desierto, lo que lógicamente ensuciaba terriblemente los pies y la escasez de agua hacía difícil limpiarlos.
Tenía entonces sentido no querer mostrar la planta de los pies o -ahora- las suelas de los zapatos. De hecho, para muchos árabes el zapato es visto como algo sucio y el objeto "perfecto" para ofender a alguien.
Esto fue precisamente lo que hizo el periodista iraquí, Muntadhar al-Zaidi, en aquella famosa conferencia de prensa -en plena guerra en Irak-, en donde le lanzó al presidente Bush sus zapatos: además de ofenderlo físicamente, el objetivo adicional era pisotearlo moralmente con los sucios proyectiles.
Por el osado acto, el periodista fue condenado inicialmente a tres años de cárcel, los cuales fueron después reducidos a uno. Dejó de ejercer el periodismo y en la actualidad vive en Londres donde dirige una organización humanitaria que ayuda a las víctimas de la guerra de Irak. Como dato curioso, un potentado saudita ofreció diez millones de dólares americanos por los famosos zapatos de la ignominia.
El traspié de un puma
Todo, con el bien intencionado propósito de unirse a la celebración del cuadragésimo aniversario de la fundación del joven país petrolero.
Relámpagos y centellas de críticas les cayeron a los pobres fabricantes alemanes, a quienes les tocó retirar inmediatamente del mercado los zapatos de 324.000 pesos, que se habían elaborado para la ocasión. Lo anterior vino acompañado de las respectivas disculpas al pueblo emiratí.
Otros tristes protagonistas de traspiés por desconocimiento de información cultural de un país. En un mundo globalizado, como el actual, el marketing internacional debe tener en cuenta estas consideraciones culturales para evitar costosos errores como el de Puma.
Para los profesores que enseñan algún idioma, es claro que el conocimiento lingüístico que se le da a un estudiante, va de la mano del cultural. Esto ayuda enormemente a ahorrarnos embarazosos tropezones sociales.
Marcelino Torrecilla N (matorrecc@gmail.com)
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