Llegar
a este mundo siendo una niña en Afganistán, significa iniciar la vida
en forma desfavorable y adversa, ya que ser mujer, en este país
asiático, parece ser un pecado de género y por ende un sinónimo de
desvalorización y deslustre.
En la ausencia del varón
Muchas
veces se dan casos de parejas afganas que han concebido solo niñas, en
un número significativo. En esta circunstancia, para llenar el vacío del
varón, en algún momento pre-púber de la niña mayor, las familias la
inician formalmente en el rol de niño y por lo general se convierte en
el único varón de un clan afgano.
A esta vieja costumbre -de resistencia y supervivencia- así como a las niñas que la experimentan, se les denomina bacha posh. El termino- en el idioma Dari (segunda lengua oficial de Afganistán)- literalmente significa: vestida como niño.
Kabul, ciudad capital de Afganistán, se convierte en el escenario donde Jenny Nordberg, periodista estadounidense, ahonda en la práctica del bacha posh, lo cual materializa en un libro titulado: Las niñas clandestinas de Kabul. En un interesante relato describe la historia de cuatro niñas: Azita, Zahara, Shukria y Nader, quienes viven, en diferentes circunstancias, la milenaria costumbre afgana.
Varón y sociedad
La
sociedad afgana reclama siempre la presencia de varones en la familia,
debido a que, entre otras razones, los niños gozan de ventajas,
oportunidades y seguridad: un niño, por ejemplo, representa un ingreso
económico para la familia y a las niñas, por el contrario, no se les
permite trabajar.
El
camino al colegio es peligroso, pero si la niña esta disfrazada como
niño, el artificio, en la mayoría de los casos, le garantiza su
seguridad. La ausencia de niños en una etnia afgana simboliza una
familia incompleta y absolutamente anómala, lo cual es objeto de rechazo
social.
Creencia influyente
Otra poderosa razón para tener una bacha posh
en la familia la dicta la suerte. Existe la creencia de que al darse la
transformación- a niño-, el siguiente embarazo de la madre debe ser un
varón, lo que, en algunas ocasiones, se da en forma generosa. Es este el
caso de la madre de Zahra -una de las cuatro niñas bacha posh del libro de la escritora Nordberg- , quien tuvo cuatro varones.
De vieja data
Es relevante agregar que la adopción del bacha posh data de generaciones mucho más antiguas que la de Zahra y su madre. Miembros de este clan cuentan que la tatarabuela de Zahra montaba a caballo como la famosa guerrera afgana Malalai de Maiwand-la contraparte de Juana de Arco- quien ayudó a expulsar a los británicos de Afganistán en el año 1880.
Volver al género
La fase bacha posh en la vida de algunas niñas afganas, tiene una condición notoria y sine qua non: llegada
la etapa de la pubertad, la niña debe volver a su género de mujer,
casadera y procreadora. Aplazar o retardar esta transición, coloca una
gran mácula en la reputación de la mujer y de su familia.
Zahra: ¿punto de no retorno?
Precisamente, volver al rol de mujer fue a lo que rotundamente se opuso una niña afgana llamada Zahra, que cuenta ahora con quince años de edad.
– La gente le grita obscenidades a las chicas en la calle– comenta Zahra–, y es cuando esto pasa que no quiero ser mujer; si soy un muchacho, la gente no me habla así.
– Las mujeres en Afganistán son ciudadanas de segunda clase– continua con firmeza Zahra –, y es por eso que quiero ser siempre un muchacho, un muchacho, un muchacho. (Repite con vehemencia)
Rol activo
Zahra,
entonces, tiene claro que no quiere volver al papel tradicional de
mujer y su rol como varón lo asume en forma cabal y responsable. Ella
es quien protege a sus hermanas y no tiene pelos en la lengua para replicar a insultos e insinuaciones callejeras que los hombres les hagan:
– Te debiera dar vergüenza– le gritó una vez a un hombre mientras paseaba con una hermana menor–, tu con barba y todo e insinuándotele a una niña.
En la casa es Zahra
quien, entre muchas labores, hace las diligencias al bazar o al sastre,
llena pesadas latas de gas y las lleva a la casa y saca las inmensas
alfombras para sacudirles el polvo.
Epílogo: dos generaciones
Zahra se sigue fuertemente aferrando a su rol de bacha posh
desafiando en forma rebelde y decidida a la ultra-conservadora sociedad
afgana. En otras épocas, su tatarabuela regresó a su rol de mujer a la
edad de 38 años y fue a esta edad que se casó y tuvo hijos. Lo anterior
se considera una experiencia única y difícil de emular.
La práctica del bacha posh ha
sobrevivido y permanecido por muchas generaciones en la cerrada y
rígida sociedad de Afganistán. Sin embargo, no deja de ser una triste
opción en un contexto de limitación y sumisión de género.
Marcelino Torrecilla N (matorrecc@gmail.com)
Abu Dhabi Diciembre de 2014
Referencias
Nordberg, J. 2014. The Underground Girls of Kabul. Virago Press
Foto de Zahra: Adam Ferguson
Foto de Kabul: en.wikipedia.org