lunes, 14 de noviembre de 2016

Donde los vientos tienen su ocaso

La leyenda de la Corriente de Muscat tiene muchas versiones, pero una en particular –narrada por un cuentero omaní Abdul Malik– goza de gran popularidad, por cuanto el fabulador asegura que tuvo un encuentro cercano con el mítico fenómeno.

"... La tibia corriente de Muscat dejó de circular hace mucho tiempo –inicia  el cuentero su relato con un tono melancólico– y cuando existió, su rigurosa trayectoria se iniciaba, precisamente aquí,  en Muscat, capital del sultanato de Omán.

En dirección al este, recorría el legendario viento un corto tramo del territorio omaní y hacía un giro obligado en la duna Almughadara, para luego enfilarse, en forma vigorosa, hacia el oeste, cruzando los Emiratos Árabes, Qatar y, finalmente, Bahréin, donde viraba para regresar a su punto de partida.
Map copy
La corriente y su recorrido
Eran los tiempos en que el insigne viento era verdaderamente libre y feliz, y corría sin obstáculos por todo un inmenso desierto, despejado de cualquier tipo de construcción. Un tiempo después –con la modernización– de la noche a la mañana comenzaron a aparecer inmensos edificios y lujosas casas en las ciudades, que ahora se le atravesaban a la cálida corriente en su otrora plácido andar y transitar.

En el nuevo entorno de vidrio, humo y cemento, la corriente seguía su difícil curso metiéndose en los recovecos de las casas y edificios,  perturbando las superficies de cuanto líquido se le atravesara: se decía que alteraba la fórmula y composición de los perfumes de oud*  y los desmejoraba, y  de las  humeantes sopas, por el contrario, se aseguraba que les enriquecía su sazón; lo anterior llevó a que las perfumerías, como negocio, quebraran y los cocineros ganaran elogios con esfuerzos ajenos.

Especialmente en la mañana, la traviesa corriente  alborotaba el olor a cardamomo en el café caliente, que la gente bebía, cubriendo las ciudades con el envolvente y dulce aroma de la inconfundible especia. Las ráfagas del nuevo aire, de cítrico y menta, aplacó la tos y el mal aliento de mucho de los pobladores, a quienes se les veía, con sus bocas abiertas y sus ojos cerrados, inhalar a placer, una y otra vez, el medicinal soplo de alivio y sosiego.

Nunca nadie pudo explicar con certeza, la particular inclinación de la corriente por los líquidos con aromas penetrantes.

Las ciudades seguían creciendo en forma desenfrenada y el transitar de la corriente de Muscat era más arduo y dispendioso, para un fenómeno natural que comenzaba ya a cansarse del nuevo trajinar.

El duro sendero de cemento y metal parecía ganarle la partida y un día, en su paso por Bahréin, las fuerzas del célebre viento comenzaron a desfallecer, y, arrastrándose como pudo, llegó a Muscat convertido  en una brisa senil, que no alcanzaba a deshojar a la más vulnerable de las flores; yo vi a la corriente, en forma súbita, transformarse en un gigantesco y envejecido halcón dorado, de la estirpe Shaeen.

Transformación: el viento ave


La inmensa ave, extenuada y de un vuelo perezoso, se desplomó con un ensordecedor estruendo sobre el árido suelo desértico y, en algún momento, se percató de mi presencia y me lanzó su mirada cansada, pero al mismo tiempo tranquila y resignada; segundos después, la hermosa ave fue succionada por las hirvientes arenas movedizas que, con el sol en su zenit, borbotean en las faldas de las cobrizas dunas.

Fue su último recorrido y allí quedó sepultada, para siempre, justo cinco metros antes de dar el obligado giro en la duna Almughadara, su siempre punto de partida.

La corriente era en realidad un inmenso halcón oculto, por siglos, en un enigmático fenómeno natural que, en esta forma triste y melancólica,  desapareció del mapa de los vientos legendarios que milenariamente han corrido por el norte del Golfo Arábigo y el sur de Persia. Tristemente, fui un testigo de excepción del último suspiro de la corriente de Muscat.

Historias posteriores narran que a ese mismo punto –donde hoy yace la corriente de Muscat–llegaron, muchos tiempo después, para extinguirse, otros legendarios vientos de marcada tradición y ascendencia.

Al muy respetado punto hoy se le conoce como el lugar donde los vientos tienen su ocaso, y tristemente fenecen. Es un cementerio sin dolientes ni visitantes... "



Epílogo

Tiempo después, las perfumerías de oud reabrieron sus puertas, y la sazón de las sopas regresó a su estado acostumbrado. Nosotros, los forasteros, al conocer esta leyenda, nos preguntamos si la corriente de Muscat se extinguió de verdad o simplemente se fue de paseo por otras latitudes y algún día regresará, cuando decida volver sobre sus primeros pasos.


Marcelino Torrecilla N
Abu Dhabi, noviembre de 2016

 *  Oud: popular fragancia en Oriente Medio.