Jihad es una palabra en árabe que los occidentales
asocian con violencia, por la gran cantidad de noticias del Medio Oriente que relacionan al término sólo con escenarios de
guerra y conflicto.
Jihad
significa lucha o esfuerzo y no siempre tiene una connotación guerrerista. Distensionando un poco la palabra, hay que
decir que la misma se usa también en campos para nada beligerantes.
En el idioma árabe de todos los días, por ejemplo,
una madre preocupada podría decir que a su hija le está costando mucho esfuerzo
el colegio y pasar los exámenes se convierte en su jihad.
En otras palabras, a la niña le va mal y probablemente lleva el año embolatado. Esto sería algo así como una jihad escolar.
En otras palabras, a la niña le va mal y probablemente lleva el año embolatado. Esto sería algo así como una jihad escolar.
Jihad el
travieso
Jihad
es también un nombre propio.Cuenta una historia, que había una vez
una
mamá árabe que tenía un hijo llamado
Jihad -inquieto como el solo- quien se
regodeaba en la travesura de escondérsele a sus papás en lugares públicos.
Lo
anterior
sucedía en aeropuertos internacionales,
donde la señora tenía que contenerse de llamar en voz alta al travieso infante-
para encontralo.
Gritar ¡Jihad! en un aeropuerto de occidente, no es nada recomendable, por la connotación ya mencionada anteriormente. En realidad, es un nombre para sólo ser susurrado en ciertos lugares: Jihad es un hombre incomprendido.
Esto contrasta notablemente con el uso local y rutinario del mismo. En estos días me encontraba en la sala de espera de un hospital en Abu Dhabi, cuando de repente oigo en voz alta a alguien llamar a un paciente con el nombre en cuestión: ¡Jihad! ¡Jihad! Naturalmente, nadie salió despavorido.
Nuestra Lucha
Creo que la palabra árabe que hoy nos ocupa viene como
anillo al dedo a nuestro contexto, porque sin lugar a dudas vivir en Colombia en la actualidad es toda una lucha,
muy contrario a lo que se diga de que somos el país más feliz del mundo- o uno de los.
Se puede decir que el colombiano promedio vive en
una constante lucha. Desde que se
levanta comenzando con la lucha de la
cogida del bus, cuando le toca encaramarse de bandera, o ir apretujado en un
maremágnum humano tenaz, cuidando que el
delincuente no le eche mano a la precaria cartera que carga en su bolsillo.
Al bajarse del bus e iniciar su agenda de diligencias, lo espera la lucha de las interminables colas para cobrar su pensión o pagar a regañadientes alguno de los tantos impuestos de los cuales poco o nada recibe de beneficio.
La lucha mayor, sin ninguna duda, debe ser la de la atención a su salud, para lo cual al colombiano de marras le toca sufrir el infame y degradante paseo de la muerte, del cual muy raras veces sale bien librado.
Y claro, no podemos dejar por fuera la lucha que el colombiano de la calle tiene con las benditas compañías de celulares y allegadas.
Podríamos seguir y crear toda una enciclopedia de pequeñas batallas del diario vivir colombiano y necesitaríamos de muchísimo espacio para llevar a cabo un proyecto de semejante envergadura y esfuerzo.
Los colombianos son unos guerreros y están siempre
dispuestos a la batalla del diario vivir. Sólo desearían que su lucha no fuera en
condiciones tan abismalmente desiguales.
Marcelino Torrecilla N (matorrecc@gmail.com)
Marcelino Torrecilla N (matorrecc@gmail.com)
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