Cuenta
una historia que, en cierta ocasión, a un poderoso jeque en el Medio
Oriente lo despertaron con la noticia de que su halcón más preciado
había desaparecido. Alado Dorado, como llamaba
el gran jeque a su halcón, hacía parte de la más fina estirpe de su
especie –la Shaheen– y su valor comercial era incalculable.
A
decir verdad, esta distinguida ave no tenía una estimación en dinero,
pero sí un valor sentimental para el jeque y su clan familiar.
Al
día siguiente de la pérdida, el pueblo fue despertado por un comunicado
de la Familia Real, en donde se ofrecía una recompensa por quien
encontrara a Alado Dorado.
* * *
En un azaroso vuelo, Alado Dorado fue a parar en la ventana del baño de Francesca Toccaccio, una menuda dama Ítalo-argentina, recién llegada al Medio Oriente. La llegada del «bello pajarraco» –como inicialmente lo llamó– fue, para ella, un signo de buena suerte. Alado Dorado experimentaba ahora nuevos aires, en un hogar que lo acogería.
La diminuta figura de Francesca Toccaccio contrastaba con las comilonas que organizaba en su casa, y por las cuales ya comenzaba a adquirir fama en el Medio Oriente.
La llegada de Totti, como finalmente terminó llamando Francesca a Alado Dorado,
era motivo suficiente para organizar una fiesta con el derroche de la
variada comida italiana, que tanto le encantaba preparar a la signora Francesca. Hoy era el gran debut en sociedad de Alado Dorado, ante la bulliciosa colonia italiana, en este rincón del Medio Oriente.
«Quiero ahora –inició Francesca su introducción– presentarles el motivo de nuestra celebración».
Entra al baño y sale sosteniendo a Alado Dorado sobre un bate de cricket, que sus antiguos vecinos paquistaníes habían dejado, y que ella improvisaba hoy como estaca.
«Les presento a Totti, mi bello pájaro y nuevo miembro de la familia».
Exclamaciones
retumbaron en el gran recinto, alabando la belleza del gran halcón. La
potente aura de su majestuosidad envolvió a los contertulios, hasta el
punto de enmudecerlos por unos buenos segundos.
«Me llegó literalmente como caído del cielo –continuó Francesca–, y es por eso que veo a Totti como una buena señal. De hecho, desde su llegada, mis cosas marchan mejor».
Con todo dispuesto sobre una decorada mesa –en un ensordecedor bullicio– Totti
fue colocado en el centro, en todo el frente a Francesca. Todos los
comensales se desvivían por darle a probar al ave toda la abundante
comida, preparada especialmente para él.
Este
era, entonces, el nuevo mundo donde el gran halcón dorado parecía
acomodarse bien. De un palacio real lleno de solemnidad, pasaba a uno
gastronómico cargado de carbohidratos y de una desabrochada atmósfera
activada por su nueva familia italiana. Para un gran Shaheen, este había sido un largo vuelo.
* * *
Ali Mustafá Sidky
era un cazafortunas, para quien el rumor representaba el principal
insumo de sus turbias actividades. A la fama de los banquetes de Francesca Toccaccio,
se le unía ahora la popularidad de tener siempre como invitado a una
majestuosa ave. De esta segunda fama, el embaucador ya estaba al tanto, y
dispuesto a capitalizarla, para obtener la recompensa que el gran jeque
ofrecía por su caro Alado Dorado.
Semanas después de la fiesta en honor a Totti, en una fresca mañana de noviembre, era Ali Mustafá Sidky quien tocaba la puerta de Francesca Toccaccio.
Después de los preámbulos sociales de presentación y en el momento de ver al ave, Ali Mustafá rompió en llanto:
–Mi amado hijo Samir –inició Ali su historia, con sus manos sobre su rostro– llora desconsolado la pérdida de su halcón, que lo acompañaba desde la cuna. Nacieron juntos –Ali deja salir un sollozo– y haría usted señora Frandisca –¡Francesca! le corrigió de inmediato la dueña de casa– perdón, señora Francesca –continuó el "afligido"–,
haría usted hoy a un niño feliz, y de paso una obra de caridad por toda
una familia, al devolverme esta amada ave, sin la cual no podemos
vivir.
–Me conmueve su historia señor Ali –le respondió Francesca en un tono compasivo– más cuando se trata de un niño. Lo siento. Siempre pensé que esta era un ave silvestre, y la tomé como un regalo que me daba el desierto. Debo decir que me había encariñado mucho con Totti , así decidí yo llamarlo, pero ahora veo que esta bella ave tiene que volver a su verdadero hogar.
–Soy
una mujer de ley y orden y por lo tanto, para entregarle el halcón,
solo pido que se cumplan dos condiciones: que la entrega se haga ante un
veterinario y un policía.
–Mi querida señora, las autoridades en el Medio Oriente hacen engorroso este tipo de procedimiento – dijo el "acongojado" Ali–. Por que no más bien…
–Ya le dije señor Ali –le interrumpió Francesca–. Requiero de un policía y un veterinario. Usted trae el veterinario y yo traigo el policía.
Después
de esta visita, Francesca no volvió a saber más de Ali Mustafá Sidky,
ni de sus pretensiones por Alado Dorado. Muy seguramente por la
urticaria que al timador le causaba todo lo que supiera a autoridad.
Ante el fracaso de su artimaña, Ali Mustafá Sidky decidió reportar la
localización del ave a la guardia real del gran jeque. Buscaba que por
lo menos se le reconociera algún porcentaje –así fuese mínimo– de la
jugosísima recompensa.
«Toda la recompensa se le entregará solo a la persona que tenga al halcón», fue la tajante respuesta que obtuvo el oportunista, de quienes manejaban los asuntos del gran jeque.
* * *
Esta
vez, quien llamaba a la puerta de Francesca Toccaccio era el gran
jeque, acompañado de todo su séquito. Al tanto de la exigencia de la
señora Francesca y a pesar de lo innecesario de la misma, (un jeque no
necesita certificar nada) la comitiva la conformaban cinco veterinarios y
un piquete de policías. Adicionalmente traían ellos un baúl con todos
los títulos nobiliarios de Alado Dorado, y una certificación, que
señalaba al gran jeque como único dueño del ave.
«Su presencia honra mi modesta casa, su alteza –inició Francesca unas cortas palabras de bienvenida–. Y a esta sí le puedo llamar una visita real».
Además
del baúl, y al chasquido de los dedos del gran jeque, tres corpulentos
hombres introdujeron en el gran salón de banquetes, otro aún más grande.
El inmenso baúl contenía la recompensa. Al abrirlo, de lo rebosada que
estaba el arca, gruesos fajos de billete comenzaron a caer sobre el
suelo.
«Hago acreedora de la recompensa, a la señora Francesca Toccaccio hoy 20 de noviembre –anunció solemnemente el gran jeque–.
Le expreso a la señora Toccaccio, en nombre mío y de mi pueblo, un
enorme agradecimiento por cuidar de nuestro más preciado halcón.
Decreto que además de esta recompensa, se le otorgue a la señora
Toccaccio, como bonificación, una tercera parte de la misma por
preservar un halcón, para nosotros, un símbolo de nuestro patrimonio
cultural».
«Agradezco, su alteza –inició Francesca su intervención, con su voz a punto de quebrarse– su inmensa generosidad, pero no voy a aceptar su desprendido gesto, y perdone mi franqueza».
«Su bello y preciado halcón –prosiguió– se convirtió para mí y mis allegados en un entrañable amigo que alegró nuestros corazones. Al
aceptar su recompensa, su alteza, siento que estoy vendiendo a mi mejor
amigo, y las recompensas se hicieron para que uno sea feliz, y no
miserable».
Solo
hubo silencio al final de la intervención de una conmovida Francesca.
El gran jeque asintió con su cabeza, más de una vez, en señal de
comprensión.
Al viejo bate de cricket, donde Totti
se mantenía, lo reemplazó una estaca de oro sobre la cual se le vio
salir, con una capucha tapando sus ojos. Después de la partida de Totti, se dice que Francesca Toccaccio cayó en un estado de melancolía, que no encontraba consuelo.
Alado Dorado regresó
a su mundo de gran atleta de los cielos y vedette de las pasarelas de
belleza en el Medio Oriente. Era su mundo real, de jeques, príncipes y
princesas.
«Su mirada es triste y distante», –comentó su cuidador, al verlo de nuevo.
El estado de melancolía de Alado Dorado
sí lo tenía claro el gran jeque, desde el mismo día en que fue a
buscarlo a la casa de Francesca. Recuerda que antes de colocarle la
capucha sobre sus ojos, recibió de su más preciado halcón, la mirada más
triste que él haya experimentado en su vida. Esperanzado, el jeque pensó –en ese momento– que el regreso a casa desterraría la melancolía que su halcón cargaba. No resultó así.
«Debo decir, con mucha tristeza, que Alado Dorado ya no nos pertenece, y de mantenerlo en nuestro palacio, se nos morirá de melancolía».
Alado Dorado
fue llevado a lo alto de una montaña y dejado en libertad una fría
mañana de un 29 de diciembre. Su vuelo era relajado en dirección hacia
el norte, y se mantuvo así por un buen tiempo. Parecía tener claro su
destino.
* * *

- Cuando un amigo se va
En una mañana de enero, el ruido de un incesante aleteo, disparó a Francesca Toccaccio de su cama para llevarla al baño auxiliar, donde no podía creer lo que veía:
«¡Totti , Totti, …. il mio bellissimo uccello, benvenuto, benvenuto!», exclamó Francesca en un incontrolable regocijo, que levantó a todo el vecindario.
Esta vez, el aterrizaje de Totti sobre la ventana había sido perfecto.
Con el retorno de Totti, volvió la alegría a toda la cofradía italiana, que tanto había extrañado a esta majestuosa ave.
Muchos
concluyeron que Alado Dorado era un ser humano que volaba sobre los
ojos y las alas de un halcón, creencia esta que tomaba forma perfecta en
el gran Shaheen de nuestro relato.
Los
últimos días del año, en las zonas cercanas a la leyenda, se puede ver a
un ave surcar un estrellado cielo llevando sobre sus alas el halo de
una diminuta figura. Afirman los lugareños que es una escena que llena
de sosiego a aquellos que han tenido la fortuna de contemplarla. Un ser
humano y un ave crearon un vínculo y un vuelo que se extendió hasta los
confines de la inmortalidad.
Esta
historia sucedió en los años sesenta, en el Medio Oriente, y de ella
puede dar fe el gran jeque, quien la contó a un grupo de beduinos en una
noche de shisha * y cítaras, en algún lugar del desierto emiratí.
*Shisha: pipa árabe
FIN
Marcelino Torrecilla N (matorrecc@gmail.com)
Abu Dhabi septiembre de 2014
Publicada nuevamente (por pura nostalgia) mayo de 2017
Los invito cordialmente a leer el resto mis blogs en este enlace
http://blogs.eltiempo.com/un-colombiano-en-emiratos-arabes-unidos/
Fotos
Adorado: www.greenprophet.com
Alcón en la montaña: bekkieslife.blogspot.com