La leyenda de la Corriente de Muscat tiene muchas versiones, pero una en particular –narrada por un cuentero omaní Abdul Malik– goza de gran popularidad, por cuanto el fabulador asegura que tuvo un encuentro cercano con el mítico fenómeno.
"... La tibia corriente de Muscat dejó de circular hace mucho tiempo –inicia el cuentero su relato con un tono melancólico– y cuando existió, su rigurosa trayectoria se iniciaba, precisamente aquí, en Muscat, capital del sultanato de Omán.
En dirección al este, recorría el legendario viento un corto tramo del territorio omaní y hacía un giro obligado en la duna Almughadara, para luego enfilarse, en forma vigorosa, hacia el oeste, cruzando los Emiratos Árabes, Qatar y, finalmente, Bahréin, donde viraba para regresar a su punto de partida.
Eran
los tiempos en que el insigne viento era verdaderamente libre y feliz, y
corría sin obstáculos por todo un inmenso desierto, despejado de
cualquier tipo de construcción. Un tiempo después –con la modernización–
de la noche a la mañana comenzaron a aparecer inmensos edificios y
lujosas casas en las ciudades, que ahora se le atravesaban a la cálida
corriente en su otrora plácido andar y transitar.
En
el nuevo entorno de vidrio, humo y cemento, la corriente seguía su
difícil curso metiéndose en los recovecos de las casas y edificios,
perturbando las superficies de cuanto líquido se le atravesara: se decía
que alteraba la fórmula y composición de los perfumes de oud* y los
desmejoraba, y de las humeantes sopas, por el contrario, se aseguraba
que les enriquecía su sazón; lo anterior llevó a que las perfumerías,
como negocio, quebraran y los cocineros ganaran elogios con esfuerzos
ajenos.
Especialmente
en la mañana, la traviesa corriente alborotaba el olor a cardamomo en
el café caliente, que la gente bebía, cubriendo las ciudades con el
envolvente y dulce aroma de la inconfundible especia. Las ráfagas del
nuevo aire, de cítrico y menta, aplacó la tos y el mal aliento de mucho
de los pobladores, a quienes se les veía, con sus bocas abiertas y sus
ojos cerrados, inhalar a placer, una y otra vez, el medicinal soplo de
alivio y sosiego.
Nunca nadie pudo explicar con certeza, la particular inclinación de la corriente por los líquidos con aromas penetrantes.
Las ciudades seguían creciendo en forma desenfrenada y el transitar de la corriente de Muscat era más arduo y dispendioso, para un fenómeno natural que comenzaba ya a cansarse del nuevo trajinar.
El duro sendero de cemento y metal parecía ganarle la partida y un día, en su paso por Bahréin, las fuerzas del célebre viento comenzaron a desfallecer, y, arrastrándose como pudo, llegó a Muscat convertido en una brisa senil, que no alcanzaba a deshojar a la más vulnerable de las flores; yo
vi a la corriente, en forma súbita, transformarse en un
gigantesco y envejecido halcón dorado, de la estirpe Shaeen.
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Transformación: el viento ave |
La
inmensa ave, extenuada y de un vuelo perezoso, se desplomó con un
ensordecedor estruendo sobre el árido suelo desértico y, en algún
momento, se percató de mi presencia y me lanzó su mirada cansada, pero
al mismo tiempo tranquila y resignada; segundos después, la hermosa ave
fue succionada por las hirvientes arenas movedizas que, con el sol en su
zenit, borbotean en las faldas de las cobrizas dunas.
Fue su último recorrido y allí quedó sepultada, para siempre, justo cinco metros antes de dar el obligado giro en la duna Almughadara, su siempre punto de partida.
La
corriente era en realidad un inmenso halcón oculto, por siglos, en un
enigmático fenómeno natural que, en esta forma triste y melancólica,
desapareció del mapa de los vientos legendarios que milenariamente han
corrido por el norte del Golfo Arábigo y el sur de Persia. Tristemente,
fui un testigo de excepción del último suspiro de la corriente de Muscat.
Historias posteriores narran que a ese mismo punto –donde hoy yace la corriente de Muscat–llegaron, muchos tiempo después, para extinguirse, otros legendarios vientos de marcada tradición y ascendencia.
Al
muy respetado punto hoy se le conoce como el lugar donde los vientos
tienen su ocaso, y tristemente fenecen. Es un cementerio sin dolientes
ni visitantes... "
Epílogo
Tiempo después, las perfumerías de oud
reabrieron sus puertas, y la sazón de las sopas regresó a su estado
acostumbrado. Nosotros, los forasteros, al conocer esta leyenda, nos
preguntamos si la corriente de Muscat se extinguió de
verdad o simplemente se fue de paseo por otras latitudes y algún día
regresará, cuando decida volver sobre sus primeros pasos.
Marcelino Torrecilla N
Abu Dhabi, noviembre de 2016
* Oud: popular fragancia en Oriente Medio.